En la Región de Coquimbo, se realizaron cuatro caminatas simultáneas, que desembocaron en la Plaza de Armas de La Serena.
Cerca de 2000 personas se juntaron este sábado 7 de agosto en las ciudades de Copiapó y La Serena, para las Marchas Regionales por la Vida, convocadas por la Red Ambiental Norte, en conjunto con las organizaciones sociales ambientales de la IIIª y IVª Región,
Los manifestantes caminaron, saltaron, cantaron y gritaron para llamar la atención e informar sobre las graves amenazas existentes en todo el norte del país.
Los principales problemas se originan en los megaproyectos mineros, y en las centrales termoeléctricas que deben producir la energía para su funcionamiento.
Las grandes minerías, como las que están en Choapa y en Andacollo, y que están creciendo como un cáncer tomándose los valles de Huasco, Elqui y Limarí, contaminan el aire y las napas subterráneas del agua; derraman sustancias tóxicas; destruyen los ecosistemas, el paisaje y la agricultura, y secan los ríos.
Las termoeléctricas – Castilla y Barrancones podrían ser aprobadas en el corto plazo, como ya pasó con la quinta etapa de Guacolda (Huasco), a pesar de la oposición expresada por Sebastián Piñera, antes de las elecciones – hacen lo suyo con el aire y con la vida en el mar.
En Copiapó participaron la Comunidad Agrícola Totoral, el Movimiento Pro Defensa de las Costas de Atacama, el Consejo de Defensa del Valle del Huasco, la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Copiapó, la Unión Comunal de Juntas de Vecinos de Caldera y Bahía Inglesa, Juventudes Comunistas, Juventud Socialista de Atacama, entre otras.
En la Región de Coquimbo, se realizaron cuatro caminatas simultáneas, que desembocaron en la Plaza de Armas de La Serena. En largas marchas por las carreteras bajaron los habitantes del Valle de Elqui; los ciudadanos de Andacollo y Ovalle, junto a los agricultores de Limarí y Pan de Azúcar; los vecinos de Coquimbo, Tongoy y Guanaqueros junto a las comunidades del Choapa; y la gente de La Higuera y de los pueblos costeros.
Los temas más fuertes fueron la defensa de la vida frente a las desastrosas consecuencias de la mega minería, y la lucha para impedir la instalación de las centrales termoeléctricas que amenazan el borde costero con sus economías sustentables y sensible biodiversidad.
Sin embargo también se levantaron voces y pancartas por la defensa de los animales, de los árboles y de los humedales. Asimismo se habló en defensa de los ciudadanos, frente al uso de agroquímicos tóxicos y de la radiación electromagnética; frente a un descontrolado uso del puerto de Guayacán y contra la contaminación del mar con aguas servidas. Los representantes de pueblos originarios presentes explicaron como su conexión especial con la tierra los compromete en la defensa del medio ambiente en forma natural, y las demás organizaciones a su vez resolvieron apoyar a los pueblos originarios en su difícil búsqueda de justicia.
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