Atrapada en el paréntesis movedizo y áspero que define sus anteriores convicciones y sus actuales certezas antípodas.
Esclava del compromiso contraído son su egolatría que intentó, aupada por sus aduladores y quizás por peticiones made in USA, borrar con un segundo intento el desatino permanente del primero.
Perseguida por el zumbido insistente de su corte de aduladores, ávidos de poder, figuración y dietas, no parece sentirse incómoda.
Engalanada por el refulgi...r de los espejos que muestran de uno lo que uno quiere que muestre, y que no dan tiempo ni espacio ni ganas ni nada para la sana autocrítica, que algo haría.
Acallada por las normas que le imponen quienes se proponen/le imponen hablar por ella, a su ruego, es cierto pero peor, y el intento tan frecuente como infructuoso de nombrarla como líder, cuando todos sabemos que cualquier cosa, menos líder.
Limitada por sus limitantes que centenares de tarjetas nemotécnicas les escriben/leen en su función de ventrílocuos en cuyos verbos y cifras está plasmado aquello que le dicen que existe.
Apabullada por el acarreo incesante de artilugios creados para aumentar las cifras intentadas y vueltas a inventar para convencerla que lo suyo, de Ella, es de muchos y no solo de los poderosos, sus amigos.
Asistida por políticos de fortuna capaces de trocar plomo por oro, plumas por linajes, mediocridad por lucimiento compilado, ampliado o reducido, según se necesite.
Esclava del compromiso contraído son su egolatría que intentó, aupada por sus aduladores y quizás por peticiones made in USA, borrar con un segundo intento el desatino permanente del primero.
Perseguida por el zumbido insistente de su corte de aduladores, ávidos de poder, figuración y dietas, no parece sentirse incómoda.
Engalanada por el refulgi...r de los espejos que muestran de uno lo que uno quiere que muestre, y que no dan tiempo ni espacio ni ganas ni nada para la sana autocrítica, que algo haría.
Acallada por las normas que le imponen quienes se proponen/le imponen hablar por ella, a su ruego, es cierto pero peor, y el intento tan frecuente como infructuoso de nombrarla como líder, cuando todos sabemos que cualquier cosa, menos líder.
Limitada por sus limitantes que centenares de tarjetas nemotécnicas les escriben/leen en su función de ventrílocuos en cuyos verbos y cifras está plasmado aquello que le dicen que existe.
Apabullada por el acarreo incesante de artilugios creados para aumentar las cifras intentadas y vueltas a inventar para convencerla que lo suyo, de Ella, es de muchos y no solo de los poderosos, sus amigos.
Asistida por políticos de fortuna capaces de trocar plomo por oro, plumas por linajes, mediocridad por lucimiento compilado, ampliado o reducido, según se necesite.
Y lo peor viene ahora.
Rodeada por artilugios para los cuales no existe posibilidad de una impetuosa fogosidad de un amante tardío, de una noche pasional y con vino tinto y poesía.
Dejándose envejecer al alero estéril del poder si se mira desde el alma.
Rodeada por artilugios para los cuales no existe posibilidad de una impetuosa fogosidad de un amante tardío, de una noche pasional y con vino tinto y poesía.
Dejándose envejecer al alero estéril del poder si se mira desde el alma.
Mala cosa Michelle….
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