El colmo de la frescura
de Ricardo Candia Cares, el Martes, 26 de julio de 2011 a las 17:34
Resulta una paradoja inexplicable que el presidente Piñera cite a los presidentes de los partidos políticos para buscar solución a las demandas de los estudiantes. Y una patudez monumental el que dichos señores acepten un papel que no les corresponde.
¿Con qué derecho los partidos que han sido los empeñosos constructores del actual modelo, se van a transformar ahora en los salvadores de la situación que acusa precisamente a ese mismo modelo? Más bien ¿con qué ropa?
Han sido esos mismos partidos políticos los que han legislado para que el lucro sea una realidad que ofende, para que unos pocos empresario se hagan más millonarios aún con dinero de todos, para que el sistema de educación estatal sea un remedo triste de los que fue, para que la salud esté en tránsito de transformarse totalmente en un negocio de los mimos. En fin, para que Chile sea el reino de la desigualdad.
Todas las leyes que hoy se encuentran en entredicho por la fuerza aplastante de los estudiantes, han sido creadas por aquellos que ahora aparecen citados para buscar soluciones.
El sistema político, tan caro a los intereses mezquinos de los partidos, no ha salido de una concha de loco. Ha sido la construcción cotidiana y permanente de la hermandad surgida entre la derecha y la Concertación.
¿Qué moral pueden exhibir para erigirse en los salvadores de la situación, si el modelo que administra hoy la derecha tiene la impronta de unos y de otros?
Protegidos por el sistema electoral binominal, se han repartido el botín del Congreso durante más de veinte años. En ese lapso han establecido las bases de lo que hoy ponen en jaque los estudiantes. ¿Como explicar que hoy quieran desdecirse de lo que hicieron con prontitud y eficiencia durante todo este tiempo? ¿Como es posible proponer cambiar leyes los mismos que las hicieron?
Algo huele mal en todos lados. Es el olor a un sistema corrupto que manifiesta su peor cara podrida.
Ni cortos ni perezosos, con toda la pachorra posible, los co responsables del actual estado de cosas se apersonarán en La Moneda a hablar por aquellos que no han perdido oportunidad para enrostrarles su falta de coherencia, su cinismo, su alejamiento de los intereses de la mayoría de la gente.
Ocultos tras la mejor de las sombras que proyecta el sistema, la impunidad, se han hecho elegir período tras período, ofreciendo todo aquello que la gente quiere escuchar y que olvidan una vez que se sientan en sus cómodas poltronas.
De tener aún algo de dignidad, deberían rechazar la invitación presidencial con la mejor de las excusas: no representan lo que emanan de las protestas estudiantiles. No pueden erigirse en representantes de quienes han sido categóricos en acusarlos de culpables a la hora de juzgar quienes han llevado la situación hasta este punto.
Para la Concertación resulta cómodo acusar a la derecha de ser los responsables de lo que hoy la fuerza del movimiento social acusa. Y para la derecha, resulta fácil decir que ellos recién vienen llegando a una responsabilidad que por veinte años fue de otros.
Hasta ahora, no ha habido la suficiente hombría para reconocer que lo hecho ha sido de consuno. Que las leyes han salido por acuerdos hechos en público y a escondidas. Que durante muchos años unos y otros han despreciado las exigencias de trabajadores y estudiantes, de mapuches y ecologistas, de mineros y profesores, y de todos los que han visto mermadas sus expectativas de una vida mejor.
La inminencia de las elecciones municipales pone un toque de urgencia a los sostenedores del sistema. Es necesario hacer lo posible para desinflar el ímpetu rebelde de los estudiantes y de esa manera, unos y otros intentar administrar esa energía que parece que quedará flotando en el aire una vez que todo vuelva a la calma.
El maridaje de la derecha y la Concertación busca la mecánica que haga posible ponerse a salvo de situaciones fuera de su control. Para eso buscarán amigablemente las soluciones adecuadas a sus propios intereses.
Esperemos que los estudiantes hagan valer el derecho a ser los titulares de la fuerza desplegada y no acepten ser representados por quienes los han traicionado una y mil veces.
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