La
 certeza de que es tiempo de iniciar este camino de lucha social y 
política la señala el vacío político que puso al descubierto la 
abstención. Depende de nosotros -del pueblo en general, pero sobre todo 
de los jóvenes-, impedir que ese vacío lo ocupen los de siempre.
 
Ricardo Candia  
La Izquierda y el vacío político
Punto Final
La masiva abstención en
 las elecciones municipales del 28 de octubre (60,8%: 8 millones de 
ciudadanos), constituye un rechazo contundente a la “clase política” y 
sus manejos, que han sumido en el desprestigio una actividad que ha 
perdido sus valores éticos fundamentales. No importa que dirigentes de 
partidos y parlamentarios se hagan los distraídos fingiendo que el 28 de
 octubre jamás existió. El lapidario veredicto ciudadano continúa allí, 
firme como un peñón en medio de la frivolidad del debate sobre primarias
 presidenciales, cupos parlamentarios y esbozos de programas que ni 
siquiera rasguñan los sagrados intereses de las clases dominantes. Pero 
si la “clase política” está dándose un festín con las sobras de una 
democracia liberal que pudo haber sido pero no fue, la abstención -que 
empieza a ser la sombra negra de las primarias- no sólo puso al 
descubierto la indigencia del sistema político chileno, también dejó en 
evidencia un vacío político que es urgente llenar con una alternativa 
popular. En política el vacío permanente no existe. Si el espacio no lo 
ocupan unos, lo harán otros. Si el pueblo trabajador no levanta su 
alternativa y asume un liderazgo capaz de movilizar millones, serán los 
explotadores de siempre quienes lo harán con disfraces y subterfugios. 
 El eje neoliberal que manipula la sociedad chilena está viendo cómo 
comienzan a ralear sus filas. Gobierno y Concertación -las dos derechas-
 sufrieron un duro revés en las municipales con votaciones que 
acentuaron la curva descendente de los últimos años. Sin duda que 
echarán mano a nuevas argucias para mantener el control de la situación:
 sobran los aventureros y mercenarios dispuestos a desempeñar el rol que
 les asignen sus amos. Por eso, demorar la tarea de llenar de contenido 
popular el vacío político constituye un grave delito contra los 
intereses vitales del pueblo. Los responsables por acción u omisión 
tendrán que pagar muy cara su desidia si eluden asumir su deber y 
postergan la construcción de una alternativa liberadora.  El vacío 
político se hace evidente en la medida que se desmenuzan las cifras de 
la abstención. El Instituto de Sociología de la Universidad Católica 
-por encargo de la Cámara de Diputados- hizo un estudio que señala que 
el 22% de quienes se abstuvieron quisieron “manifestar un rechazo a la 
política y al sistema político”*. Por otra parte, el 23% se abstuvo 
porque no le interesan las elecciones municipales y el 21% lo hizo 
“porque no se sentía representado por ningún candidato”. 
 Aunque
 las encuestas salieron muy mal paradas el 28 de octubre -y ésta no es 
muy diferente en sus procedimientos-, podría tomarse como hipótesis. Es 
posible que una cuarta parte de los que se abstuvieron lo hicieron como 
un acto consciente de rechazo al sistema político. Podría sumarse ese 
21% que no se sintió representado por ningún candidato (y/o partido). En
 ambas situaciones, la abstención fue una decisión madurada. De modo que
 el 43% de la abstención habría tenido un claro sentido político. Tres 
millones y medio de ciudadanos y ciudadanas mayores de 18 años en 
definitiva no votaron para manifestar su repudio a un sistema que no los
 representa, y que les es ajeno. Este es el sector ciudadano al que 
debería dirigirse una propuesta reactivadora de la pasión democrática, 
capaz de producir una amplia unidad política y social.   ¿Qué hacer para
 ocupar el vacío político con una alternativa popular? Nadie tiene 
respuesta a un problema que es colectivo y que requiere un debate en que
 participen millones. 
 
La Izquierda y el vacío político
Punto Final
La masiva abstención en las elecciones municipales del 28 de octubre (60,8%: 8 millones de ciudadanos), constituye un rechazo contundente a la “clase política” y sus manejos, que han sumido en el desprestigio una actividad que ha perdido sus valores éticos fundamentales. No importa que dirigentes de partidos y parlamentarios se hagan los distraídos fingiendo que el 28 de octubre jamás existió. El lapidario veredicto ciudadano continúa allí, firme como un peñón en medio de la frivolidad del debate sobre primarias presidenciales, cupos parlamentarios y esbozos de programas que ni siquiera rasguñan los sagrados intereses de las clases dominantes. Pero si la “clase política” está dándose un festín con las sobras de una democracia liberal que pudo haber sido pero no fue, la abstención -que empieza a ser la sombra negra de las primarias- no sólo puso al descubierto la indigencia del sistema político chileno, también dejó en evidencia un vacío político que es urgente llenar con una alternativa popular. En política el vacío permanente no existe. Si el espacio no lo ocupan unos, lo harán otros. Si el pueblo trabajador no levanta su alternativa y asume un liderazgo capaz de movilizar millones, serán los explotadores de siempre quienes lo harán con disfraces y subterfugios.
El eje neoliberal que manipula la sociedad chilena está viendo cómo comienzan a ralear sus filas. Gobierno y Concertación -las dos derechas- sufrieron un duro revés en las municipales con votaciones que acentuaron la curva descendente de los últimos años. Sin duda que echarán mano a nuevas argucias para mantener el control de la situación: sobran los aventureros y mercenarios dispuestos a desempeñar el rol que les asignen sus amos. Por eso, demorar la tarea de llenar de contenido popular el vacío político constituye un grave delito contra los intereses vitales del pueblo. Los responsables por acción u omisión tendrán que pagar muy cara su desidia si eluden asumir su deber y postergan la construcción de una alternativa liberadora. El vacío político se hace evidente en la medida que se desmenuzan las cifras de la abstención. El Instituto de Sociología de la Universidad Católica -por encargo de la Cámara de Diputados- hizo un estudio que señala que el 22% de quienes se abstuvieron quisieron “manifestar un rechazo a la política y al sistema político”*. Por otra parte, el 23% se abstuvo porque no le interesan las elecciones municipales y el 21% lo hizo “porque no se sentía representado por ningún candidato”.
Aunque las encuestas salieron muy mal paradas el 28 de octubre -y ésta no es muy diferente en sus procedimientos-, podría tomarse como hipótesis. Es posible que una cuarta parte de los que se abstuvieron lo hicieron como un acto consciente de rechazo al sistema político. Podría sumarse ese 21% que no se sintió representado por ningún candidato (y/o partido). En ambas situaciones, la abstención fue una decisión madurada. De modo que el 43% de la abstención habría tenido un claro sentido político. Tres millones y medio de ciudadanos y ciudadanas mayores de 18 años en definitiva no votaron para manifestar su repudio a un sistema que no los representa, y que les es ajeno. Este es el sector ciudadano al que debería dirigirse una propuesta reactivadora de la pasión democrática, capaz de producir una amplia unidad política y social. ¿Qué hacer para ocupar el vacío político con una alternativa popular? Nadie tiene respuesta a un problema que es colectivo y que requiere un debate en que participen millones.
Rebelion. La Izquierda y el vacío político 
www.rebelion.org